Moscú/Leopólis, 8 ago (EFE).- Las tropas rusas aumentan la presión en los frentes este y sur de Ucrania, pero Kiev asegura que controla la situación en el campo de batalla, aunque a costa de un alto precio en vidas y riesgo de desastre nuclear.
"La situación en el Donbás sigue siendo muy difícil. Nuestro ejército está haciendo todo lo posible para detener el terror ruso e infligir las mayores pérdidas posibles a los invasores", dijo el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, en su alocución diaria.
El mandatario ucraniano aseguró que los combates más intensos se libran en dirección a Avdiivka, Marinka y Bajmut, en la región de Donetsk, que se llevan "los principales esfuerzos" de los militares y "lamentablemente, muchas vidas".
Agregó asimismo que la situación también es muy complicada en el sur del país, incluido Jersón, donde el enemigo continúa concentrando fuerzas.
MÁS ARMAS PARA UCRANIA
Zelenski insistió en que lo principal ahora para las Fuerzas Armadas de Ucrania es recibir más ayuda militar de los socios occidentales.
"Las armas para nuestra defensa que mandan los socios sigue siendo clave", dijo el presidente ucraniano, quien agregó que las autoridades trabajan "sin pausa" para conseguir más ayuda, incluido lanzaderas de cohetes de mayor alcance.
"Esta semana esperamos noticias de nuestros socios. Buenas noticias", indicó.
Simultáneamente, los militares ucranianos informaban de la recepción de tres unidades de artillería antiaérea autopropulsada Gepard, de fabricación alemana, capaces de alcanzar objetivos a 4 kilómetros.
El Ministerio de Defensa de Rusia afirmó a su vez que las fuerzas rusas destruyeron más lanzaderas múltiples estadounidenses HIMARS en el Donbás.
"Durante los duelos de artillería fueron destruidas una batería de lanzaderas múltiples Uragán, una batería de artillería Akatsia y lanzaderas HIMARS en la zona Kramatorsk", declaró el portavoz de Defensa, Igor Konashénkov.
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